Relato de Parto de Begoña
🌟En los encuentros ComParir se relatan experiencias de parto... Experiencias que vamos a rescatar y mostrar, para entre todas poder sentirnos acompañadas, para crear sororidad y recuperar la fuerza y confianza en nuestras propias herramientas y recursos.
Algunos serán anónimos, otros no, pero todos sinceros y reales 💞.
Este es el relato de Begoña.
"Me han pedido compartir mi experiencia en el parto, yo os voy a contar la experiencia vivida por una mujer muy joven, 22 años, cuando tuve a mi hija, hace casi 40 años con lo que eso conlleva: sin plan de parto, rasurado y enema obligado, episiotomía protocolizada, epidurales escasas, parto inducido si o si a las 42 semanas etc y ante todo quiero que sepáis que para mi la experiencia de cada una es muy diferente, no somos mejores o peores madres ni mujeres por haber pasado por una experiencia u otra y creo que lo que cada una decida siempre, siempre estará bien.
Diréis que el paso del tiempo, en mi caso, puede interferir en los recuerdos. El hecho es que es bastante habitual que no se recuerden claramente algunas partes, y al revivir la historia y contarla, los recuerdos se van ordenando, y al contrastarlo con las personas que nos acompañaron. Al contar a diferentes personas y en distintos momentos la historia del parto, la secuencia temporal se ordena, se completan detalles olvidados y la historia se va completando. El parto conlleva un característico estado alterado de consciencia, en el que los sentidos están a flor de piel, se altera la percepción del tiempo, se agudiza la percepción de ciertos estímulos y disminuye la sensibilidad hacia otros. Yo revivo un olor dulce y metálico siempre que he vuelto a acompañar a alguien en su parto y estoy segura que produce en mi una corriente de oxitocina porque inmediatamente tengo una sensación de afecto, confianza, bienestar y poder si, poder que no he sentido nunca con otras experiencias. Pero...bueno...
Allá voy."
Incluso antes de enterarme que estaba embarazada de Laura, yo ya sabía que quería parir, por mi experiencia laboral yo había acompañado cuando era estudiante de enfermería a mujeres en ese momento mágico y queria que hasta el último centímetro de mi cuerpo atravesara por esa corriente de vida.
Con un embarazo que transcurrió con total normalidad. Yo me sentí ágil y vital hasta el último día. Asistí a un pequeño curso de preparación al parto donde nos enseñaban a respirar y un poquito de relajacion, me recuerdo comenzando a respirar de forma automática en cuanto sentía mi tripa dura, pero sin dolor, mis contracciones de braxton hicks, yendo en el autobús. Con la inquietud normal, mas que inquietud deseo, ilusión por ver esa carita ya imaginada, yo escuchaba todas las historias de las mujeres que me rodeaban contando sus partos, sus experiencias, a veces aterradoras, otras serenas y enriquecedoras que me ayudaban a derribar mitos y fantasmas que me iban surgiendo. Hoy, después de vivir la experiencia, estoy convencida de que a un parto hay que llegar liviana de equipaje, y que para poder soltar, primero hay que confiar, charlando y diciendole a mi hija: tu y yo sabremos hacerlo porque nuestras antepasadas lo han hecho y estamos conectadas con ellas, estaba segura de que una memoria femenina ancestral y colectiva me iba a guiar y me iba acompañar, y así fue…
Con algo de nerviosismo y controles semanales llegue a la semana 41, PT sin actividad, tacto con maniobra de Hamilton reglamentaria y… nada… ni señal de todas esas sensaciones que todos y sobre todo yo estábamos esperando, ya con la recomendación de que en la semana siguiente (42) si no comenzaba el parto de forma espontanea, el programa era ingresar y comenzar un parto monitorizado e inducido con oxitocina endovenosa.
Me pase la semana caminando y hablando con mi niña: Le dije que estaba preparada para encontrarnos del otro lado, para ser dos. Que tenía muchas ganas de conocerte, de tenerte en brazos y besarte, confiaba en mí pero para lograrlo tenía que soltar todas las opiniones escuchadas, los consejos dados, las recomendaciones y los conocimientos adquiridos en mi profesión y quedarnos tú, y yo y la naturaleza guiándolos, nada más, así lo recuerdo...
Cumplida la semana 42, a las 8 y media, nos dirigimos al hospital, yo ya sabía que físicamente no había comenzado mi trabajo de parto pero que muy posiblemente en 24 horas ya estaríamos juntas.
En la sala de prepartos, con enema previo in situ, yo ya me había rasurado en casa, me colocan en una camilla, me colocan un monitor con su correspondiente cinturón que te tiene inmovilizada y después de canalizarme una via comienzan a administrarme Oxitocina por vena, las siguientes horas (hasta el mediodía) trascurren en una posición incomoda pero acunada por el sonido del latido fetal al que acompase mi respiración (lo se porque he descubierto que sigo haciéndolo, cada vez que escucho un latido querido y se que ese automatismo se inicio en ese momento), puedo cambiar de postura en la cama pero no levantarme, comienzo las contracciones irregulares y de una intensidad muy soportable, mirando al monitor cuando ves el pico subir yo notaba ciertos picos de dolor (por decir algo, en realidad era una molestia muy llevadera, lo pasaba mucho peor con la menstruación) yo quise parir sin ningún tipo de anestesia porque se que podia hacerlo, bastante tenia con mi suplemento endovenoso de oxitocina, sabía que la epidural puede alterar la percepción de mi cuerpo y yo quiero traer a mi hija a la vida con mi útero alerta y despierto, todo esto aderezado con tactos casi horarios en las primeras horas hasta comprobar que ya he iniciado el trabajo del parto, ya he iniciado el borrado cuello, me rompen la bolsa de las aguas y comienzo la dilatación poco a poco… y pasamos a la habitacion de prepartos
EN PREPARTO: llevo unas de 6 horas ya, sigo tumbada, monitorizada y con tactos cada vez mas frecuentes, estoy avanzando en la dilatación pero no tan deprisa como se esperaba en un parto inducido, en el monitor mi niña sigue regalándome su música al compas que se espera, charlo un poquito con mi compañero y luego procuro aislarme volviendo a ese estado de consciencia especial que he conseguido como si estuviera conectada a algo superior, a lo que pertenezco.
Creo que mi manera de gestionar MIS CONTRACCIONES (BUENO YO SIEMPRE DIGO QUE HE TENIDO UNOS PARTOS SIN DOLOR, HE PARIDO 2 VECES) en esta etapa fue una suma de concentración (recuerdo algún comentario de mis visitas y mi pareja porque yo podía incluso dormitar entre contracciones aunque fueran intensas incluso cuando comenzaron a ser muy frecuentes), respiración y relajacion, tirando de los recursos que fui conociendo a lo largo del embarazo, pero que apliqué de una manera totalmente instintiva.
Casi estoy dilatada (ya he perdido la cuenta del numero de tactos que me han hecho, pero algo impide el progreso, lo se porque a mi alrededor comienzan a producirse una serie de susurros y movimientos, vuelvo a mi ser-en ti (así lo he llamado yo siempre) y yo percibo en mi bajo vientre una sensación intensísima de presión muy cercana al dolor e inmediatamente siento unas ganas tremendas de empujar y lo comunico… estoy dilatada entera, mi niña viene con 1 vuelta de cordon al cuello, el monitor ya esta dando alguna alarma y han estado pensando en una cesarea, pero te he ayudado a ir bajando y ya estas casi coronando…
A partir de ahí todo resultó muy salvaje, muy primario; la única sensación percibida como dolor intenso fue cuando tras dos o tres largos empujones, siento en mi periné una corriente de dolor producida por la episiotomía protocolaria, ahora si estoy abierta en canal, y aunque me habían avisado es la sensación más desagradable desde entre en el hospital a parir, y desde luego lo que mas me molesto, incluso un mes después de haber parido... yo no podía hablar, sólo centrarme en gestionar mis sensaciones con emoción pero con serenidad y pujar suavemente pero con fuerza, parece antagonico pero así lo vivi yo. Lo cierto es que, aunque evidentemente todo esto supone un esfuerzo físico muy muy intenso, yo lo describiría más como una sensación tremendamente intensa no dolorosa, es algo muy difícil de describir. Un rato después sentí la cabeza y, mientras empujaba para ayudarle a asomar, me di cuenta de que mi niña estaba a punto de nacer una vez que estuvo fuera la cabeza, llegó lo más maravilloso que he experimentado en la vida: el expulsivo del cuerpo fue alucinante, no sólo no dolió, sino que me resultó extremadamente placentero y refrescante yo sentí BIENESTAR Y PLACER, SÍ PLACER (de hecho, me dio mucha pena pensar en la cantidad de mujeres que se perderá esta sensación por miedo a intentarlo; pero creo que de entrada merece la pena intentarlo, ese momento es tan gratificante que compensa con creces todo lo demás, al menos en mi caso así fue).
Laura nació el 15 de octubre a las 00:05 de la noche, unas 15 horas después de entrar en la maternidad.
Colocaron su carita junto a la mia, la salude con intensa emoción durante unos minutos que para mi fueron tan cortos y se la llevaron a pesar, medir,y esas cosas en aquel tiempo eran la prioridad.
El alumbramiento de la placenta fue muy similar al expulsivo del cuerpecito y no muy largo y me subieron a la habitación, yo echándola de menos intensamente, en aquellos tiempos el piel con piel no existía, sola, espere no recuerdo el tiempo pero para mi fue eterno y te devolvieron, vestida, bañadita y peinadita, sí, en aquellos tiempos también se hacia esto, en fin…
Recuerdo comenzar con el establecimiento de la lactancia un poco de forma caótica, diversidad de opiniones, en esto si me senti insegura, inexperta, pero bueno esto es otra experiencia que da para su propia historia, sólo pude mantener mi lactancia materna 2 meses a mi pesar.
Soy consciente de que soy muy afortunada de haber tenido unos partos tan buenos, pero no creo que todo se deba al azar, en absoluto; ha habido un trabajo de preparación por mi parte muy importante, y, ante todo, creo que es una cuestión de actitud. Yo siempre tuve claro que mi objetivo era dar a mi bebé la mejor bienvenida posible, y ayudarle a salir de mí, que es en lo que creo que consiste parir. Los profesionales están para acompañar el proceso e intervenir lo justo y necesario, o lo que se les demande en función de las preferencias de cada familia, y el acompañante para dar apoyo, mimos y ánimos, y hacer de intermediario. Pero para parir está la madre y para nacer el bebé, que es el que tiene el trabajo más duro, así es como yo lo veo, y, afortunadamente, así lo viví... casi por completo.
Comentarios
Publicar un comentario